miércoles, 17 de noviembre de 2010

¿Cómo demonstrás arrepentimiento?

¿Cómo demonstrás arrepentimiento?

  Evangelio según San Lucas, capitulo 7 : 36-48     

 » Uno de los fariseos invitó a Jesús a comer, así que fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. Ahora bien, vivía en aquel pueblo una mujer que tenía fama de pecadora. Cuando ella se enteró de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume. Llorando, se arrojó a los pies de Jesús, de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y se los ungía con el perfume.
 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando, y qué clase de mujer es: una pecadora.»
 Entonces Jesús le dijo a manera de respuesta:
   —Simón, tengo algo que decirte.
   —Dime, Maestro —respondió.
 —Dos hombres le debían dinero a cierto prestamista. Uno le debía quinientas monedas de plata, y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más?
 —Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón.
   —Has juzgado bien —le dijo Jesús.
 Luego se volvió hacia la mujer y le dijo a Simón:
   —¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para los pies, pero ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos. Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume. Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona, poco ama.
 Entonces le dijo Jesús a ella:
   —Tus pecados quedan perdonados.
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¿Amas mucho el Señor?  “A quien poco se le perdona poco ama”, permite que Él perdone tus muchos pecados para que vos también lo ames entrañablemente.
¿Que actitudes demuestran tu amor y arrepentimiento a Jesús, tu Dios.?
No lo recibas en la “casa” de tu corazón como a una persona sin valor; porque  Él entregó su propia vida para que vos no tengas que pagar la consecuencia fatal de tus pecados. Él derramó su preciosa sangre para salvar tu alma y para limpiarte de toda maldad.
¿Vos también sós un pecador que necesita ir a los pies de Cristo para que perdone todos tus pecados?
No seas como el fariseo que se escandalizaba de los muchos pecados ajenos, sin darse cuenta de los propios. Jesús puede perdonar, si vos lo permitís, todos tus pecados, sin importar si son muchos o pocos.

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